viernes, 9 de noviembre de 2012

Soul Hunter: 3

CAPÍTULO 3

El gimnasio, también conocido como “dojo”, estaba muy bien equipado. Había una gran sala principal y varias salas individuales. Podía cogerlas cualquiera, siempre y cuando no hubiera nadie antes y se utilizaran para entrenarse, claro está. Habían unas taquillas, unos vestidores y unas duchas. Como que Tryzz y los hermanos Hanzo entrenaban ahí a menudo, cada uno tenía una taquilla con su ropa de entrenamiento.
En las salas individuales quedaban registrados los datos de cada entrenamiento, para que si volvías a ir, pudieras tener un entrenamiento más personalizado. El dojo estaba prácticamente vacío. Solo había un par de usuarios con sus armas en la sala principal, bajo atenta la mirada del profesor de turno y un usuario con su arma en otra sala individual.
-¡Buenos días, chicos! -dijo el profesor Kruger. Era el profesor de gimnasia, karate, judo, boxeo, y todo tipo de deportes de defensa personal que os podáis imaginar. Su aspecto podía dar algo de miedo, pero nunca haría algo que pudiera poner en peligro a los estudiantes.
-Buenos días, profesor Kruger -dijeron los tres al unísono.
-¿Y bien? -dijo el profesor, dirigiendo su mirada al informe que llevaba Tryzz bajo el brazo.
-¡Un pez gordo! -dijo ella con gran entusiasmo, extendiéndole el informe.
El profesor leyó un poco el informe por encima para saber de que iba todo.
-Ya veo... Esforzaos al máximo chicos.
-¡Por supuesto! -dijeron los hermanos Hanzo.
-De hecho, profesor, queríamos pedirle ayuda... -empezó a hablar la chica de melena azul.
El profesor sonrió y su sonrisa se ensanchó hasta límites insospechados. Le encantaba ayudar a los alumnos. La sonrisa despareció al instante y se puso serio.
-¡En 5 minutos os quiero ver en la primera sala privada! ¡Moveos de una vez!
-¡Sí señor! -dijeron los tres a la vez.
Se fueron a los vestidores (separados para chicos y chicas) y se cambiaron. Tryzz se puso su ropa de entrenamiento y se ató su larga melena en una coleta alta. Y esta, a su vez, se la recogió en lo alto de la cabeza en un sencillo moño.
Los hermanos Hanzo también se pusieron su ropa de entrenamiento, aunque no sirviera de mucho.

Tal y como había dicho el profesor, en cinco minutos estuvieron los tres ahí.
Kruger se presentó ante ellos con su ropa de entrenamiento también y con su arma, Skuld.
-¡Hola chicos! -saludó Skuld, rebosante de su peculiar felicidad.
Skuld era una gran mujer, en más de un sentido. Era alta, forzuda, musculosa, esbelta y era tremendamente fuerte. Tenía el pelo rubio y largo, pero siempre lo llevaba recogido en dos trenzas.
Nadie diría que ella era un arma. De hecho, podría hacer trizas a cualquiera sin necesidad de transformarse. Pero cuando lo hacía, se transformaba en un hacha enorme de la época de los vikingos. Era una verdadera Valkyria.
-No creáis que me voy a contener solo porque esto sea un entrenamiento. Mi compañero me ha puesto al corriente. El triple asesino no es algo para tomarse en broma. Si de verdad queréis derrotarlo, hay que esforzarse.
Los tres alumnos asintieron.
-Zack, Hans -dijo Tryzz extendiendo sus manos.
-¡A la orden! -dijeron los hermanos Hanzo a la vez.
Dieron un salto y en el aire, empezaron a brillar y a cambiar de forma. Hans se transformó en la katana dorada de la luz mientras que Zack en la katana negra de la oscuridad. Tryzz les cogió mientras caían.
Por su parte, Skuld y el profesor sonrieron. Skuld se transformó en menos de lo que dura un pestañeo y el profesor la empuñó de una forma espectacular.
No era momento de dejarse impresionar. Tragaron saliva y empezó el entrenamiento.

Empezaron a dar vueltas alrededor del gimnasio, sin dejar de mirarse. Tryzz estaba tremendamente seria, mientras que el profesor no dejaba de sonreír. Su sonrisa se ensanchó y le tomó menos de un segundo ponerse al lado de la chica y darle un fuerte hachazo, era muy veloz. Tryzz apenas tuvo tiempo de levantar a Zack y poder detenerle.
-¡Todavía estáis dormidos! ¡Despertaos de una vez! -gritó el profesor. Tenía una voz muy profunda.
Dicho esto, empezó una avalancha de ataques por parte de Skuld, quien, tal y como había dicho, no se contendría por mucho que fuera un entrenamiento. No sirve de nada si te contienes, porque tu enemigo no lo hará.
Tryzz empezó a defenderse con los chicos. Pero eso no era lo que tenía que hacer. Tenía que cambiar las tornas. No puedes estar toda la vida defendiéndote. Tienes que atacar. Pero no podía ver ningún punto flaco. Ningún hueco por el que poder meterse. Habría que cambiar de ángulo.
Corrió hacia una esquina del gimnasio, pero el profesor la detuvo.
-¿¡Pero que te pasa hoy?! ¡Atácame de una vez!
El profesor tenía razón. No podía tratar de ir a otro sitio para pillarle por sorpresa. Era imposible. Era veloz, muy veloz. Pero, en agilidad, le ganaba ella, de eso estaba segura.
Trató de seguir esquivando los ataques uno a uno y se fijó muy bien en como empuñaba a Skuld. Por fin, tras observar, vio un hueco por el que poder atacar al profesor. Con Hans en lo alto, le dio un golpe en el hombro. Consiguió que el profesor retrocediera y se cubriera la herida. Aprovechando el segundo descuido, volvió a darle, esta vez en la rodilla. El profesor cojeó y esta vez su velocidad no le sirvió de nada esta vez. Tryzz saltó en el aire y, al caer, consiguió poner su pie encima del brazo derecho del profesor, el que empuñaba a Skuld. Se acabó. Tryzz ganó.
-Bien hecho, chicos. Al final os habéis despertado. Pero... si creéis que esto acaba aquí... ¡estáis equivocados! -de un salto se incorporó, dando una fuerte estocada que paró cruzando a los Hanzo.
-¡Maldita sea! -Tryzz maldijo por lo bajo.
-Vale, escúchame -dijo Hans. -Se acabó la estar a la defensiva. Ataca sin piedad, él también se cansará.
-Hans tiene razón. ¡Vamos a por él!
Tryzz asintió y trató de igualar su velocidad a la del profesor. La única manera era cerrar los ojos y escuchar sus pasos y su respiración. Y eso hizo. Agudizó el oído y pudo oír como avanzaba el profesor hacia ella. Ajustó sus pasos a los del profesor. Sincronizó su respiración. Era la única manera de poder atacarle: siendo uno con él. Cuando se acostumbró a sus pasos, pasó al ataque. Aún con los ojos cerrados, por la respiración de Kruger, sabía donde estaba y en que dirección se movía. Empezó a entrelazar una elegante danza con Hans y Zack, su danza favorita. No dejaba de atacar. Daba igual donde fuera. Lo importante era atacar. Y escuchar. Debía escuchar atentamente hacia donde se movían Kruger y Skuld. Pronto pudo empezar a esquivar y a atacar a la vez. Y entonces si. Una brecha. Una brecha muy clara. El profesor alzó a Skuld en lo alto y lo vio muy claro. Le asestó un cabezazo, directamente el estómago. Ahora si. Cruzó a sus chicos sobre el brazo derecho del profesor, aprisionándolo. Esta vez, puso el pie sobre el estómago. Esta vez, si.
-Ríndase. Ya van dos.
El profesor trató de levantarse, pero ella fue más rápida por una vez y puso a Zack directamente en su cuello, mientras Hans seguía custodiando a Skuld.
-No quiero hacerle daño de verdad, profesor.
Kruger hizo un gesto de resignamiento. Retiró a los chicos, que volvieron a su forma humana en cuestión de un segundo. Skuld también. Levantó a su compañero.
-Bien hecho. Solo tengo una cosa más que decirte... -añadió Kruger.
Sin que apenas se diera cuenta, le asestó un fuerte codazo en el estómago a Tryzz, que caía al suelo.
-¡No te confíes hasta que tu enemigo no esté muerto! ¡Buena suerte para esta noche! -dijo mientras se giraba y se iba con Skuld.
Tryzz se levantó como pudo, ayudada por sus chicos. Ambos se preocuparon por ella.
-Estoy bien, tranquilos. El entrenamiento ha concluido. Esta noche, el triple asesino será nuestro.
Los tres asintieron y se fueron a casa.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Soul Hunter: 2


CAPÍTULO 2

20 minutos después, los tres salían por la puerta de su pequeño aunque acogedor apartamento, en dirección a la escuela. Todos estaban de buen humor y con energías.
Aunque no se hablaba del tema, sabían que había un ritual en el camino a la escuela, y viceversa. Tryzz iba en cabeza, con sus cascos a todo volumen cantando bajito, mientras que Hans y Zack iban detrás de ella, procurando que no le pasara nada. Y sobretodo: no molestarla de mientras, a no ser que fuera por algo realmente importante. Era terrible cuando se enfadaba... Cometieron esa insensatez un día... Solo uno. No les hizo falta nada más para aprender la lección...
-¡¿Pero se puede saber qué os pasa?! ¡¿Te parece normal ir así por la calle, dando esos gritos?! ¡Déjame en paz! -ahora era ella quien gritaba, pero le daba igual. Estaba ella muy tranquila escuchando música. ¿Qué podía ser tan importante como para molestarla de mientras?
-Tryzz, solo queríamos comentarte que... -Zack estaba asustadísimo. Solo le había dado un toquecito de nada en hombro para preguntarle una cosa sobre una nueva técnica en la que estaban pensando.
-¡Que sea la última vez que me tocáis las narices de este modo, u os iréis a la calle! ¡Que no os lo tenga que repetir! ¡¿Me he expresado con claridad?!
-Si... Perdona Tryzz -dijo el rubio, más sumiso de lo habitual.

Cuando los hermanos Hanzo pensaban en eso a día de hoy se reían y ella también, pero era un tema del que nunca se hablaba. Pero en su día, a ninguno de los tres les hizo demasiada gracia...

-¿Pero a ti te parece normal como se ha puesto por nada? ¿Y se puede saber porqué le has pedido disculpas, si tu no has hecho nada esta vez? -dijo Zack, hablando bajito, realmente enfadado. Casi nunca se enfadaba. Pero, más que enfadado, estaba contrariado. Tryzz solía estar de buen humor. ¿Qué mosca le había picado?
-Mira Zack, me he asustado. Tryzz nunca nos había gritado así. Vamos a dejar que se calme ahora, a ver si cuando llegamos a clase está más tranquila -dijo el rubio, tratando de consolar a su hermano, hablando casi en susurros también para que Tryzz no les oyera.
-¡Pero es que no he hecho nada! -él seguía indignadísimo.
-Ya lo se... Pero hace poco que estamos con ella, aún no la conocemos... Todos tienen sus manías, ¿no? Vamos a pasarlo por alto esta vez.
Zack se rindió, porque era evidente que no servía de nada ponerse tonto en ese momento. Y como que vieron que al llegar a clases la chica sonreía como siempre, no pensaron más en ello ese día.
En los días siguientes, decidieron hacer una prueba. No le dirían nada hasta llegar a la escuela. Si hasta entonces estaba de buen humor, no la molestarían en el camino. Y como que la prueba salió bien, siguieron así sin decir nada ninguno de los tres.

Al llegar a clase, Tryzz tenía un pequeño ritual particular. En frente de la gran puerta, se paraba en seco. La miraba de arriba a abajo, porque era realmente espectacular. Cerraba los ojos por un momento y al abrirlos, apagaba la música. Guardaba los cascos, volvía a cerrar los ojos y se estiraba y giraba un poco para que le crujieran los huesos. A continuación, lanzaba un profundo suspiro. Por último, se giraba para mirar a sus chicos con la mejor de sus sonrisas y entraban. Y ese día, el ritual también tubo lugar.

Cruzaron la gran puerta sonriendo, como siempre y fueron al tablón de anuncios. Había que buscar algo interesante, aún tenían un largo camino para ser las armas supremas... Tenían el doble de trabajo, por supuesto. 198 almas de demonios... ¡y dos brujas! Eso era tarea complicada, pero iban casi por la mitad, así que...

-Bueno, vemos qué tenemos por aquí... -dijo Tryzz pensativa, mirando el tablón. Estaba bastante lleno esa mañana, y había mucha actividad en el pasillo.
-Mira, aquí hay algo que podría ser interesante -dijo el rubio. Leía muy emocionado -El alma demoníaca del triple asesino sigue suelta. Hace 9 años, durante 3 años, cometió 18 crímenes. Cada medio año, 3 chicas rubias aparecían muertas. Siempre estaban en callejones. Los asesinatos se producían cada tres días. Estranguladas con una cuerda y siempre tenían una pose de paz y descanso absoluto. Siempre todo seguía un mismo patrón. Se le perdió la pista hace tiempo. Pero había vuelto a escena, y no podían permitir eso...
-¡Oh, eso suena genial! Vamos a coger el encargo, Tryzz! -dijo Zack, muy emocionado.
-¡Sí! Vamos a por ese triple asesino...
Marcaron el encargo como pillado, cogieron un duplicado del encargo y se dispusieron a ir a por ese despreciable asesino cuando se toparon con Nadia y Garet. Esos dos se conocían desde niños y no podían estar el uno sin el otro. Fue una suerte que uno de los dos fuera un arma y el otro usuario. De lo contrario, lo habrían pasado mal.
-¡Buenos días, Tryzz! ¡Buenos días, Hanzo! -dijo la alegre Nadia, haciendo ondular su melena mientras levantaba la mano a modo de saludo. Siempre saludaba con el apellido a ambos hermanos.
Los chicos saludaron levemente con la cabeza mientras que Tryzz abrazó a la pelirroja Nadia. Era lo más parecido que tenía a una amiga ahí dentro, y era algo de agradecer.
-Buenos días, encanto. Estás de buen humor. Buenos días a ti también, Garet.
Garet era un chico de pocas palabras, pero un verdadero cacho de pan en cuanto le conocías. Adoraba a Nadia por encima de todas las cosas, y, mientras él viviera, a ella no le pasaría nada. Saludó a Tryzz pasándole la mano por la cabeza, pues aunque por su aspecto imponía, en realidad se preocupaba mucho por los demás, en especial por las chicas. Tryzz sabía que Garet era uno de los chicos más cariñosos sobre la faz de la tierra, y ese gesto no le molestaba en absoluto.
Garet era alto, grande, muy musculoso... Lo que viene a ser un armario empotrado en toda regla, vamos. Tenía unos ojos grandes y redondos. Su pelo era negro como el carbón, y lo tenía largo al estilo metalero. Era muy moreno de piel. Cuando se transformaba en arma, era una ballesta con flechas infinitas.
Por el contrario, Nadia era bajita, pero no tanto como Tryzz, y tenía una silueta alargada. Estaba flaca como un palillo, pero sin llegar a dar asco. Su melena rojo chillón era una de las cosas que más destacaban. Era muy pálida y eso contrastaba mucho con su pelo pero, aunque cueste de creer, eso era lo que la hacía realmente atractiva. Los ojos, pequeños pero almendrados, hacían que mirarla fuera un honor.
Garet chocó los cinco con los hermanos Hanzo y se pusieron a hablar. Era su pequeño ritual, por así decirlo.
-Qué, ¿habéis pillado algo bueno? Por tu expresión diría que si... -dijo Nadia, verdaderamente animada.
-Oh, ¡ya lo creo que si! -con la mejor de sus sonrisas, Tryzz le extendió el duplicado del encargo a su amiga pelirroja.
-Wao, ¡el triple asesino! -exclamó Nadia tras leer un poco por encima. -¡Ese es bueno! ¡Ya tiene que valer la pena...!
-Pues claro que si, mujer. Ha vuelto. Hay que pararle los pies -dijo Tryzz poniéndose totalmente seria.
-Más vale que os deis prisa, entonces. -Nadia se puso seria también. -Nosotros iremos a ver si encontramos algo bueno... ¡Garet, en marcha! -dijo la pelirroja, gritando por encima del hombro de la chica de melena azul.
Sin mediar palabra, Garet estuvo junto a ella en un santiamén. Se despidieron todos con la mano y cada cual siguió su camino.

En el duplicado del encargo que tenían consigo, estaba toda la información que se sabía hasta el momento del triple asesino. Frecuentaba callejones y sitios oscuros que no estuvieran a la vista. También adjuntaban un mapa de la zona, y con una X habían marcado los lugares donde se habían encontrado las víctimas, con las horas de los asesinatos marcadas también.
Zack se fijó en el mapa con toda la información tan detallada y se lo pidió a Tryzz, que se lo pasó. El moreno se quedó mirando el mapa un buen rato, sacó un bolígrafo y se puso a darle golpecitos al papel con semblante pensativo. Al rato, exclamó:
-¡Lo tengo! -estaban a punto de salir de la escuela cuando el grito les detuvo a los tres. -Hans, gírate, necesito un soporte.
El interpelado se encogió de hombros pero se giró. Zack apoyó el mapa sobre su espalda y Tryzz miraba como el chico explicaba.
-Mira esto... -con su bolígrafo, Zack empezó a trazar líneas en el mapa. -Todos los asesinatos siguen en mismo patrón, fíjate en estos sitios... Eso quiere decir...
En ese momento, Tryzz entendió lo que decía Zack y pudo predecir el siguiente movimiento:
-¡El siguiente asesinato será aquí! -exclamó ella señalando el lugar correcto.
-¡Eso es! -dijo Zack emocionado, rodeando con el bolígrafo a donde ella había señalado..
-¡Estupendo! Tenemos a dónde ir... ¿Qué hay de la hora?
Hans se giró, cogiendo el mapa.
-Eso déjamelo a mi, pequeña -dijo el rubio mientras guiñaba un ojo.
Se puso a mirar el mapa con el mismo rostro pensativo que había puesto su hermano hacía un rato, y ella, mirando a los dos hermanos, no podía pensar en otra cosa que no fuera en cuanto se parecían. Dejando de lado el color del pelo y el de los ojos, la voz y, evidentemente, la personalidad, eran idénticos.
-Mmmm... Los asesinatos se producen siempre cuando oscurece y son cada tres días, con una diferencia de tres horas cada día... Ya han habido dos esta vez. El primero fue a las 6, el siguiente a las 9... Eso significa que el siguiente será a las 12 -dijo Hans, serio.
-¿Cuándo fue el último asesinato? -dijo Tryzz, más seria que Hans si eso era posible.
-Hace tres días.
-Eso significa... que hoy tenemos actuación, chicos -dijo ella guiñando un ojo. -Venga, ¡hay que prepararse!
Y, con esa sensación de seguridad que se tiene cuando sabes que está todo bajo control, se dirigieron a la sala de entrenamiento de la escuela.