viernes, 9 de noviembre de 2012

Soul Hunter: 3

CAPÍTULO 3

El gimnasio, también conocido como “dojo”, estaba muy bien equipado. Había una gran sala principal y varias salas individuales. Podía cogerlas cualquiera, siempre y cuando no hubiera nadie antes y se utilizaran para entrenarse, claro está. Habían unas taquillas, unos vestidores y unas duchas. Como que Tryzz y los hermanos Hanzo entrenaban ahí a menudo, cada uno tenía una taquilla con su ropa de entrenamiento.
En las salas individuales quedaban registrados los datos de cada entrenamiento, para que si volvías a ir, pudieras tener un entrenamiento más personalizado. El dojo estaba prácticamente vacío. Solo había un par de usuarios con sus armas en la sala principal, bajo atenta la mirada del profesor de turno y un usuario con su arma en otra sala individual.
-¡Buenos días, chicos! -dijo el profesor Kruger. Era el profesor de gimnasia, karate, judo, boxeo, y todo tipo de deportes de defensa personal que os podáis imaginar. Su aspecto podía dar algo de miedo, pero nunca haría algo que pudiera poner en peligro a los estudiantes.
-Buenos días, profesor Kruger -dijeron los tres al unísono.
-¿Y bien? -dijo el profesor, dirigiendo su mirada al informe que llevaba Tryzz bajo el brazo.
-¡Un pez gordo! -dijo ella con gran entusiasmo, extendiéndole el informe.
El profesor leyó un poco el informe por encima para saber de que iba todo.
-Ya veo... Esforzaos al máximo chicos.
-¡Por supuesto! -dijeron los hermanos Hanzo.
-De hecho, profesor, queríamos pedirle ayuda... -empezó a hablar la chica de melena azul.
El profesor sonrió y su sonrisa se ensanchó hasta límites insospechados. Le encantaba ayudar a los alumnos. La sonrisa despareció al instante y se puso serio.
-¡En 5 minutos os quiero ver en la primera sala privada! ¡Moveos de una vez!
-¡Sí señor! -dijeron los tres a la vez.
Se fueron a los vestidores (separados para chicos y chicas) y se cambiaron. Tryzz se puso su ropa de entrenamiento y se ató su larga melena en una coleta alta. Y esta, a su vez, se la recogió en lo alto de la cabeza en un sencillo moño.
Los hermanos Hanzo también se pusieron su ropa de entrenamiento, aunque no sirviera de mucho.

Tal y como había dicho el profesor, en cinco minutos estuvieron los tres ahí.
Kruger se presentó ante ellos con su ropa de entrenamiento también y con su arma, Skuld.
-¡Hola chicos! -saludó Skuld, rebosante de su peculiar felicidad.
Skuld era una gran mujer, en más de un sentido. Era alta, forzuda, musculosa, esbelta y era tremendamente fuerte. Tenía el pelo rubio y largo, pero siempre lo llevaba recogido en dos trenzas.
Nadie diría que ella era un arma. De hecho, podría hacer trizas a cualquiera sin necesidad de transformarse. Pero cuando lo hacía, se transformaba en un hacha enorme de la época de los vikingos. Era una verdadera Valkyria.
-No creáis que me voy a contener solo porque esto sea un entrenamiento. Mi compañero me ha puesto al corriente. El triple asesino no es algo para tomarse en broma. Si de verdad queréis derrotarlo, hay que esforzarse.
Los tres alumnos asintieron.
-Zack, Hans -dijo Tryzz extendiendo sus manos.
-¡A la orden! -dijeron los hermanos Hanzo a la vez.
Dieron un salto y en el aire, empezaron a brillar y a cambiar de forma. Hans se transformó en la katana dorada de la luz mientras que Zack en la katana negra de la oscuridad. Tryzz les cogió mientras caían.
Por su parte, Skuld y el profesor sonrieron. Skuld se transformó en menos de lo que dura un pestañeo y el profesor la empuñó de una forma espectacular.
No era momento de dejarse impresionar. Tragaron saliva y empezó el entrenamiento.

Empezaron a dar vueltas alrededor del gimnasio, sin dejar de mirarse. Tryzz estaba tremendamente seria, mientras que el profesor no dejaba de sonreír. Su sonrisa se ensanchó y le tomó menos de un segundo ponerse al lado de la chica y darle un fuerte hachazo, era muy veloz. Tryzz apenas tuvo tiempo de levantar a Zack y poder detenerle.
-¡Todavía estáis dormidos! ¡Despertaos de una vez! -gritó el profesor. Tenía una voz muy profunda.
Dicho esto, empezó una avalancha de ataques por parte de Skuld, quien, tal y como había dicho, no se contendría por mucho que fuera un entrenamiento. No sirve de nada si te contienes, porque tu enemigo no lo hará.
Tryzz empezó a defenderse con los chicos. Pero eso no era lo que tenía que hacer. Tenía que cambiar las tornas. No puedes estar toda la vida defendiéndote. Tienes que atacar. Pero no podía ver ningún punto flaco. Ningún hueco por el que poder meterse. Habría que cambiar de ángulo.
Corrió hacia una esquina del gimnasio, pero el profesor la detuvo.
-¿¡Pero que te pasa hoy?! ¡Atácame de una vez!
El profesor tenía razón. No podía tratar de ir a otro sitio para pillarle por sorpresa. Era imposible. Era veloz, muy veloz. Pero, en agilidad, le ganaba ella, de eso estaba segura.
Trató de seguir esquivando los ataques uno a uno y se fijó muy bien en como empuñaba a Skuld. Por fin, tras observar, vio un hueco por el que poder atacar al profesor. Con Hans en lo alto, le dio un golpe en el hombro. Consiguió que el profesor retrocediera y se cubriera la herida. Aprovechando el segundo descuido, volvió a darle, esta vez en la rodilla. El profesor cojeó y esta vez su velocidad no le sirvió de nada esta vez. Tryzz saltó en el aire y, al caer, consiguió poner su pie encima del brazo derecho del profesor, el que empuñaba a Skuld. Se acabó. Tryzz ganó.
-Bien hecho, chicos. Al final os habéis despertado. Pero... si creéis que esto acaba aquí... ¡estáis equivocados! -de un salto se incorporó, dando una fuerte estocada que paró cruzando a los Hanzo.
-¡Maldita sea! -Tryzz maldijo por lo bajo.
-Vale, escúchame -dijo Hans. -Se acabó la estar a la defensiva. Ataca sin piedad, él también se cansará.
-Hans tiene razón. ¡Vamos a por él!
Tryzz asintió y trató de igualar su velocidad a la del profesor. La única manera era cerrar los ojos y escuchar sus pasos y su respiración. Y eso hizo. Agudizó el oído y pudo oír como avanzaba el profesor hacia ella. Ajustó sus pasos a los del profesor. Sincronizó su respiración. Era la única manera de poder atacarle: siendo uno con él. Cuando se acostumbró a sus pasos, pasó al ataque. Aún con los ojos cerrados, por la respiración de Kruger, sabía donde estaba y en que dirección se movía. Empezó a entrelazar una elegante danza con Hans y Zack, su danza favorita. No dejaba de atacar. Daba igual donde fuera. Lo importante era atacar. Y escuchar. Debía escuchar atentamente hacia donde se movían Kruger y Skuld. Pronto pudo empezar a esquivar y a atacar a la vez. Y entonces si. Una brecha. Una brecha muy clara. El profesor alzó a Skuld en lo alto y lo vio muy claro. Le asestó un cabezazo, directamente el estómago. Ahora si. Cruzó a sus chicos sobre el brazo derecho del profesor, aprisionándolo. Esta vez, puso el pie sobre el estómago. Esta vez, si.
-Ríndase. Ya van dos.
El profesor trató de levantarse, pero ella fue más rápida por una vez y puso a Zack directamente en su cuello, mientras Hans seguía custodiando a Skuld.
-No quiero hacerle daño de verdad, profesor.
Kruger hizo un gesto de resignamiento. Retiró a los chicos, que volvieron a su forma humana en cuestión de un segundo. Skuld también. Levantó a su compañero.
-Bien hecho. Solo tengo una cosa más que decirte... -añadió Kruger.
Sin que apenas se diera cuenta, le asestó un fuerte codazo en el estómago a Tryzz, que caía al suelo.
-¡No te confíes hasta que tu enemigo no esté muerto! ¡Buena suerte para esta noche! -dijo mientras se giraba y se iba con Skuld.
Tryzz se levantó como pudo, ayudada por sus chicos. Ambos se preocuparon por ella.
-Estoy bien, tranquilos. El entrenamiento ha concluido. Esta noche, el triple asesino será nuestro.
Los tres asintieron y se fueron a casa.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Soul Hunter: 2


CAPÍTULO 2

20 minutos después, los tres salían por la puerta de su pequeño aunque acogedor apartamento, en dirección a la escuela. Todos estaban de buen humor y con energías.
Aunque no se hablaba del tema, sabían que había un ritual en el camino a la escuela, y viceversa. Tryzz iba en cabeza, con sus cascos a todo volumen cantando bajito, mientras que Hans y Zack iban detrás de ella, procurando que no le pasara nada. Y sobretodo: no molestarla de mientras, a no ser que fuera por algo realmente importante. Era terrible cuando se enfadaba... Cometieron esa insensatez un día... Solo uno. No les hizo falta nada más para aprender la lección...
-¡¿Pero se puede saber qué os pasa?! ¡¿Te parece normal ir así por la calle, dando esos gritos?! ¡Déjame en paz! -ahora era ella quien gritaba, pero le daba igual. Estaba ella muy tranquila escuchando música. ¿Qué podía ser tan importante como para molestarla de mientras?
-Tryzz, solo queríamos comentarte que... -Zack estaba asustadísimo. Solo le había dado un toquecito de nada en hombro para preguntarle una cosa sobre una nueva técnica en la que estaban pensando.
-¡Que sea la última vez que me tocáis las narices de este modo, u os iréis a la calle! ¡Que no os lo tenga que repetir! ¡¿Me he expresado con claridad?!
-Si... Perdona Tryzz -dijo el rubio, más sumiso de lo habitual.

Cuando los hermanos Hanzo pensaban en eso a día de hoy se reían y ella también, pero era un tema del que nunca se hablaba. Pero en su día, a ninguno de los tres les hizo demasiada gracia...

-¿Pero a ti te parece normal como se ha puesto por nada? ¿Y se puede saber porqué le has pedido disculpas, si tu no has hecho nada esta vez? -dijo Zack, hablando bajito, realmente enfadado. Casi nunca se enfadaba. Pero, más que enfadado, estaba contrariado. Tryzz solía estar de buen humor. ¿Qué mosca le había picado?
-Mira Zack, me he asustado. Tryzz nunca nos había gritado así. Vamos a dejar que se calme ahora, a ver si cuando llegamos a clase está más tranquila -dijo el rubio, tratando de consolar a su hermano, hablando casi en susurros también para que Tryzz no les oyera.
-¡Pero es que no he hecho nada! -él seguía indignadísimo.
-Ya lo se... Pero hace poco que estamos con ella, aún no la conocemos... Todos tienen sus manías, ¿no? Vamos a pasarlo por alto esta vez.
Zack se rindió, porque era evidente que no servía de nada ponerse tonto en ese momento. Y como que vieron que al llegar a clases la chica sonreía como siempre, no pensaron más en ello ese día.
En los días siguientes, decidieron hacer una prueba. No le dirían nada hasta llegar a la escuela. Si hasta entonces estaba de buen humor, no la molestarían en el camino. Y como que la prueba salió bien, siguieron así sin decir nada ninguno de los tres.

Al llegar a clase, Tryzz tenía un pequeño ritual particular. En frente de la gran puerta, se paraba en seco. La miraba de arriba a abajo, porque era realmente espectacular. Cerraba los ojos por un momento y al abrirlos, apagaba la música. Guardaba los cascos, volvía a cerrar los ojos y se estiraba y giraba un poco para que le crujieran los huesos. A continuación, lanzaba un profundo suspiro. Por último, se giraba para mirar a sus chicos con la mejor de sus sonrisas y entraban. Y ese día, el ritual también tubo lugar.

Cruzaron la gran puerta sonriendo, como siempre y fueron al tablón de anuncios. Había que buscar algo interesante, aún tenían un largo camino para ser las armas supremas... Tenían el doble de trabajo, por supuesto. 198 almas de demonios... ¡y dos brujas! Eso era tarea complicada, pero iban casi por la mitad, así que...

-Bueno, vemos qué tenemos por aquí... -dijo Tryzz pensativa, mirando el tablón. Estaba bastante lleno esa mañana, y había mucha actividad en el pasillo.
-Mira, aquí hay algo que podría ser interesante -dijo el rubio. Leía muy emocionado -El alma demoníaca del triple asesino sigue suelta. Hace 9 años, durante 3 años, cometió 18 crímenes. Cada medio año, 3 chicas rubias aparecían muertas. Siempre estaban en callejones. Los asesinatos se producían cada tres días. Estranguladas con una cuerda y siempre tenían una pose de paz y descanso absoluto. Siempre todo seguía un mismo patrón. Se le perdió la pista hace tiempo. Pero había vuelto a escena, y no podían permitir eso...
-¡Oh, eso suena genial! Vamos a coger el encargo, Tryzz! -dijo Zack, muy emocionado.
-¡Sí! Vamos a por ese triple asesino...
Marcaron el encargo como pillado, cogieron un duplicado del encargo y se dispusieron a ir a por ese despreciable asesino cuando se toparon con Nadia y Garet. Esos dos se conocían desde niños y no podían estar el uno sin el otro. Fue una suerte que uno de los dos fuera un arma y el otro usuario. De lo contrario, lo habrían pasado mal.
-¡Buenos días, Tryzz! ¡Buenos días, Hanzo! -dijo la alegre Nadia, haciendo ondular su melena mientras levantaba la mano a modo de saludo. Siempre saludaba con el apellido a ambos hermanos.
Los chicos saludaron levemente con la cabeza mientras que Tryzz abrazó a la pelirroja Nadia. Era lo más parecido que tenía a una amiga ahí dentro, y era algo de agradecer.
-Buenos días, encanto. Estás de buen humor. Buenos días a ti también, Garet.
Garet era un chico de pocas palabras, pero un verdadero cacho de pan en cuanto le conocías. Adoraba a Nadia por encima de todas las cosas, y, mientras él viviera, a ella no le pasaría nada. Saludó a Tryzz pasándole la mano por la cabeza, pues aunque por su aspecto imponía, en realidad se preocupaba mucho por los demás, en especial por las chicas. Tryzz sabía que Garet era uno de los chicos más cariñosos sobre la faz de la tierra, y ese gesto no le molestaba en absoluto.
Garet era alto, grande, muy musculoso... Lo que viene a ser un armario empotrado en toda regla, vamos. Tenía unos ojos grandes y redondos. Su pelo era negro como el carbón, y lo tenía largo al estilo metalero. Era muy moreno de piel. Cuando se transformaba en arma, era una ballesta con flechas infinitas.
Por el contrario, Nadia era bajita, pero no tanto como Tryzz, y tenía una silueta alargada. Estaba flaca como un palillo, pero sin llegar a dar asco. Su melena rojo chillón era una de las cosas que más destacaban. Era muy pálida y eso contrastaba mucho con su pelo pero, aunque cueste de creer, eso era lo que la hacía realmente atractiva. Los ojos, pequeños pero almendrados, hacían que mirarla fuera un honor.
Garet chocó los cinco con los hermanos Hanzo y se pusieron a hablar. Era su pequeño ritual, por así decirlo.
-Qué, ¿habéis pillado algo bueno? Por tu expresión diría que si... -dijo Nadia, verdaderamente animada.
-Oh, ¡ya lo creo que si! -con la mejor de sus sonrisas, Tryzz le extendió el duplicado del encargo a su amiga pelirroja.
-Wao, ¡el triple asesino! -exclamó Nadia tras leer un poco por encima. -¡Ese es bueno! ¡Ya tiene que valer la pena...!
-Pues claro que si, mujer. Ha vuelto. Hay que pararle los pies -dijo Tryzz poniéndose totalmente seria.
-Más vale que os deis prisa, entonces. -Nadia se puso seria también. -Nosotros iremos a ver si encontramos algo bueno... ¡Garet, en marcha! -dijo la pelirroja, gritando por encima del hombro de la chica de melena azul.
Sin mediar palabra, Garet estuvo junto a ella en un santiamén. Se despidieron todos con la mano y cada cual siguió su camino.

En el duplicado del encargo que tenían consigo, estaba toda la información que se sabía hasta el momento del triple asesino. Frecuentaba callejones y sitios oscuros que no estuvieran a la vista. También adjuntaban un mapa de la zona, y con una X habían marcado los lugares donde se habían encontrado las víctimas, con las horas de los asesinatos marcadas también.
Zack se fijó en el mapa con toda la información tan detallada y se lo pidió a Tryzz, que se lo pasó. El moreno se quedó mirando el mapa un buen rato, sacó un bolígrafo y se puso a darle golpecitos al papel con semblante pensativo. Al rato, exclamó:
-¡Lo tengo! -estaban a punto de salir de la escuela cuando el grito les detuvo a los tres. -Hans, gírate, necesito un soporte.
El interpelado se encogió de hombros pero se giró. Zack apoyó el mapa sobre su espalda y Tryzz miraba como el chico explicaba.
-Mira esto... -con su bolígrafo, Zack empezó a trazar líneas en el mapa. -Todos los asesinatos siguen en mismo patrón, fíjate en estos sitios... Eso quiere decir...
En ese momento, Tryzz entendió lo que decía Zack y pudo predecir el siguiente movimiento:
-¡El siguiente asesinato será aquí! -exclamó ella señalando el lugar correcto.
-¡Eso es! -dijo Zack emocionado, rodeando con el bolígrafo a donde ella había señalado..
-¡Estupendo! Tenemos a dónde ir... ¿Qué hay de la hora?
Hans se giró, cogiendo el mapa.
-Eso déjamelo a mi, pequeña -dijo el rubio mientras guiñaba un ojo.
Se puso a mirar el mapa con el mismo rostro pensativo que había puesto su hermano hacía un rato, y ella, mirando a los dos hermanos, no podía pensar en otra cosa que no fuera en cuanto se parecían. Dejando de lado el color del pelo y el de los ojos, la voz y, evidentemente, la personalidad, eran idénticos.
-Mmmm... Los asesinatos se producen siempre cuando oscurece y son cada tres días, con una diferencia de tres horas cada día... Ya han habido dos esta vez. El primero fue a las 6, el siguiente a las 9... Eso significa que el siguiente será a las 12 -dijo Hans, serio.
-¿Cuándo fue el último asesinato? -dijo Tryzz, más seria que Hans si eso era posible.
-Hace tres días.
-Eso significa... que hoy tenemos actuación, chicos -dijo ella guiñando un ojo. -Venga, ¡hay que prepararse!
Y, con esa sensación de seguridad que se tiene cuando sabes que está todo bajo control, se dirigieron a la sala de entrenamiento de la escuela.

martes, 23 de octubre de 2012

Soul Hunter: 1

Como prometí, el primer capítulo! ^^

CAPÍTULO 1

Abrió los ojos. Miró a su alrededor. Estaba en su cama, con las sábanas revueltas y empapada en sudor. ¿Qué había sido eso...? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla? No... eso lo había vivido. Sí. Había soñado con un recuerdo. El recuerdo de la primera alma que capturaron. Ha pasado tanto tiempo desde entonces...
Miró el reloj-despertador de su mesita. Eran las 7. ¡Demasiado temprano para ella...! De todos modos, decidió levantarse ya. Se dirigió a la ducha. Se tomó su tiempo, para tratar de sacudirse ese sueño.
Media hora después, estaba fuera. Echó un vistazo a la habitación de los chicos. Hans estaba en su cama, roncando, a pierna suelta... Pensó, con una risita tonta, en hacerle una foto, pero no fue tan ruin. Miró en dirección a la cama de Zack. No estaba. Qué raro...
-¡Bu! -oyó una voz desde atrás y notó una mano en el hombro.
-¡AAAHH! ¿Pero qué diablos te pasa, Zack? ¿Eres tonto o pellizcas cristales, eh? -Tryzz dio un bote y dio un pequeño grito.
-¡Ssshh! Vas a despertar a Hans -Zack se puso un dedo sobre los labios, para indicar silencio.
-Bueno, ¿y qué si le despierto? Ya va siendo hora... hoy os toca a vosotros preparar el desayuno, o ¿ya lo has olvidado?
-Claro que no Tryzz. ¿Porqué te crees que estoy despierto ya, eh? Es solo que... ayer Hans se quedó despierto hasta tarde y...
-Pues que se aguante. Tiene que aprender a asumir responsabilidades -dijo Tryzz enfadada.
-Vale, vale, pero a mi no me muerdas -dijo Zack poniendo las manos en alto. -Pero no le despiertes bruscamente. Recuerda que en ese aspecto sois iguales, si le despiertas de mala manera, serás tú quien no podrá empuñarle luego.
-Si si, tranquilo. Sé como debo despertar a Hans.
Tryzz, que todavía llevaba la toalla en la cabeza para secarse el pelo, se la quitó. Se sacudió el pelo con ella y luego movió un poco la cabeza para ponerlo en su sitio. Se puso la toalla alrededor del cuello y se fue a la cama de Hans.
-Tú ve a preparando el desayuno, ahora te mando a éste.
Zack, con una sonrisa, fue hacía la cocina.
Tryzz suspiró, y se armó de paciencia para despertar al bello durmiente Hans.
-Hans... levanta... Hay que empezara moverse, venga... -le dijo ella mientras le sacudía muy suavemente.
-Mmmm... cinco minutitos más mami...
-Ts... ¿será posible? -dijo ella indignada...
Se marchó al cuarto de baño, para peinarse en condiciones. Al cabo de cinco minutos, volvió a la habitación de los chicos. Segundo asalto, pensó ella.
-Venga dormilón, ya han pasado cinco minutos... ¡Arriba!
Esta vez, Hans empezó a removerse levemente. Se incorporó y se frotó los ojos, algo desorientado.
-¿Que... que hora es?
-Son casi las ocho. ¡Arriba! -Tryzz se dirigió a la puerta. -Ah, tu hermano me ha dicho que ayer estuviste levantado hasta tarde. Sabías que hoy tenías que levantarte temprano.
Al oír eso, Hans se despertó de golpe. Se encogió de hombros, como siempre que hacía cuando Tryzz le reprimía, pero a la vez cerraba los ojos, como con temor. Tryzz era temible cuando se enfadaba...
-No me voy a enfadar, hoy estoy de buen humor. Pero... -le lanzó la toalla mojada a la cara, que todavía llevaba alrededor del cuello -que no vuelva a pasar. Vístete y cambia las sábanas. Las mías también. A ver si haces algo por la patria, chaval. Hoy tenemos que ponernos las pilas, ¡así que espabila!
Hans esbozó una amplia sonrisa. Asintió y Tryzz respiró aliviada, sabiendo que, durante todo el día, el rubiales estaría de buen humor. Empezó a canturrear, como siempre hacía para iniciar las tareas. Ella se dirigió a la cocina, con la intención de ayudar a Zack, pero ya estaba todo hecho.
-¡Zack! Creo que es oficial: te adoro.
-Jajajaja. Tampoco es para tanto, Tryzz. Empieza tú si quieres, yo también quiero darme una ducha. Asintió con la cabeza mientras Zack iba a la otra ducha. Se sentó en la mesa.
No le gustaba desayunar en silencio. Fue hacía el reproductor de música y seleccionó la música relajante, para irse despertando tranquilamente.
Lo primero de todo era un gran vaso de zumo de naranja recién exprimido. Ah, hay que ver cómo la consentía Zack... Sabía exactamente como le gustaba el zumo, así que siempre que debía preparar él el desayuno, cuando ella llegaba a la mesa, el zumo estaba en la mesa, en la jarra correspondiente y colado, como a ella le gustaba. Se sirvió el vaso hasta arriba, le puso azúcar y mientras removía, se puso a pensar. Hoy había que ir a clases. Pero era día de recolecta. Habría que ver si había algun encargo interesante...
Cuando se terminó el primer vaso de zumo y se disponía a servirse medio más, escuchó como Hans salía de la ducha, canturreando como siempre. Eso puso de buen humor a la chica de la melena azul. Si Hans canturreaba, era buena señal. Vio como el rubio iba al armario y cogía sábanas limpias para cambiarlas. Respiró tranquila y siguió desayunando
Al rato, vio como ambos gemelos cuchicheaban algo y se sentaban en la mesa.
-Anda, si que te has dado prisa... dijo Tryzz sorprendida.
-Pues claro. El olor a café recién hecho me llama, pequeña... -dijo Hans guiñando un ojo.
-¿Seguro? ¿No se lo habrás encasquetado a él, verdad? -dijo ella molesta mientras señalaba a Zack, a la vez que se servía un gran cuenco de leche con cereales de chocolate
-Solo me ha ayudado con la tuya por ser más grande, ¡palabra!
-Mmm... -le miró dubitativa, pero sabía que era verdad.
-Y tranquila, que también me he acordado de abrir las ventanas para ventilar las habitaciones aunque no me lo hayas dicho – dijo Hans orgulloso de si mismo.
-¡Vaya! ¡Eso SÍ que es una sorpresa! -dijo Tryzz realmente sorprendida.
-Ala, como te pasas conmigo... -dijo el pobre rubito mientras fingía un gimoteo.
-Venga Tryzz, no te pases tanto, si en realidad es buen chaval... Ya lo sabes -dijo Zack, al rescate de su hermano.
-¡Pero como os ponéis los dos de buena mañana! Sabéis que soy así... ¡Hay que ver! -dijo ella, encogiéndose de hombros.
Ambos chicos se miraron y sonrieron, porque si ella se metía de ese modo con ellos, era señal de que estaba de buen humor. Continuaron desayunando mientras el suave sonido de la música les acompañaba.
Al terminarse ella las galletas caseras que había hecho la noche anterior expresamente, se levantó.
-Mientras termináis, pondré una lavadora. ¿Tenéis ropa sucia, además de las sábanas?
-Donde siempre, madame -dijo Hans.
Ella sonrió y se encaminó al lavadero. Cogió la ropa de los cubos y se puso manos a la obra.
15 minutos después, cuando ella ya había terminado y se había pasado por el baño para lavarse los dientes y terminar de prepararse, los chicos terminaban de desayunar y Hans se disponía a lavar los cacharros. Zack le ayudó.
Tryzz se les quedó mirando sin decir nada, asombrada. Realmente estaban de buen humor. Hoy sería un buen día.

lunes, 22 de octubre de 2012

Soul Hunter: Prólogo

Hace tiempo empecé a escribir una pequeña historia, del estilo "soul eater"
La iré poniendo por aquí.

De momento, para que os pique la curiosidad... ^^


PRÓLOGO

La ciudad estaba desierta. Miró el reloj: era la hora. Se giró a ellos, sin decirles nada. Sabían lo que debían hacer. Sin mirarles, les hizo una señal. Obedecieron al instante. Salieron de casa, decididos... hora de salir al escenario.

Mañana, empiezo con el primer capítulo ;)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Here it comes again

Conoces ese sentimiento. Ahí viene otra vez. ¿Porqué justo ahora? Justo cuando todo iba bien...

Le miras y sientes que todo está bien. Si no fuera por él... Pero no. No vas a dejar que esto acabe, ¿verdad?
Claro que no. No puedes permitirlo. Esa sonrisa es demasiado arrebatadora. Esos ojos son demasiado cautivadores. Esos labios son demasiado convincentes...

Y luchas contra las adversidades. Porque vale la pena. ¿Vale la pena? Y las dudas te dominan, dando paso al más puro de los miedos. ¿Realmente vale le pena? ¿Realmente quieres sufrir tanto?

Y los recuerdos asaltan tu mente. Los paseos, las risas, los juegos... El hecho de desear que el tiempo se pare. Y decides que sí. Que vale la pena arriesgarse...

Aunque recuerdas la última vez. También creíste que valía la pena. Pero no todo el mundo es igual, ¿no?

Pero estás asustada. Como no lo has estado en tu vida. Por un momento, la fugaz idea de dejarlo todo y salir corriendo cruza tu mente. Pero al oír su voz, sabes que es una estupidez. Porque es estúpido seguir fingiendo... Por mucho que puedas huir y esconderte, jamás podrás ocultar lo que sientes. Y eso, eso si que no vale la pena.

So... Well, we both knew this was going to hurt. And yet, neither going to let this end, because we're so tired of pretending ... So, if you're scared, sit beside me, and I will sing our sweet lullaby ..

lunes, 27 de agosto de 2012

Seguir

Y empuñé esa espada llamada supervivencia una vez más. Hace mucho tiempo juré que no me volvería a echar atrás nunca. Se lo prometí. Juré que jamás ningún miedo volvería a dominarme. Que solo yo sería la dueña de mis decisiones y mis objetivos. Se lo prometí. Y le debo tanto...

Así que, seguí adelante. Seguí andando, bajo una eterna tormenta. Una tormenta eléctrica que me advertía de los peligros que me encontraría más adelante. La lluvia me mojaba la piel y me calaba hasta los huesos. Pero no miré atrás, por muy tentador que pudiera resultar. Aunque el pasado me llamara a gritos. Aunque mi subconsciente lo deseaba, pues no haría más que herirme. Pero era tan desolador mirar hacia delante, sin ningún luz ni ningún camino conocido que seguir. Porque lo desconocido da tantísimo miedo...
 
Durante mucho tiempo me protegí con una máscara brillante, hecha de orgullo, soberbia y lágrimas. Era perfecta. Mi arma de doble filo. Con ella era invencible. Yo lo sabía. Los demás lo sabían. ¿Para que molestarse en ir más allá? Los demás sabían lo que yo quería que supieran, y con eso tenían más que suficiente.

Pero un día te das cuenta de que, para ti, no es suficiente. Quieres más. Deseas que llegue alguien capaz de romper esa máscara. Deseas que alguien quiera romperla. Pero has estado tanto tiempo forjando ese artilugio, que sabes de sobras que es casi imposible romperlo. Pese a su construcción, hace falta algo mucho más suave y modesto para destruirla. Y por culpa de la sociedad, te habías convertido en ese tipo de escoria que siempre habías detestado. Alguien que no conocía lo necesario para romper la máscara... Si ni tan siquiera tú lo conoces, ¿cómo esperas que pueda llegar alguien más a destruirla?

Y por fin, ese día llega. Alguien con una gran sonrisa. Y eso es perturbador. ¿Porqué sonríe? Y, apenas te das cuenta, pero una fina grieta aparece en tu perfecta máscara. ¿Cómo? No lo sabes. Pero, empiezas a sonreír tu también. Y ves como esa sonrisa, no desaparece. Y le oyes reír. Una risa que inunda todo el espacio posible. Una risa audaz. Y otra grieta más. Y puede que un día, se te acerque un poco más. Y otra grieta aparecerá. Y con tantas pequeñas grietas, se hace una más grande. Hasta que parte de tu máscara, se cae.

¿Cómo ha podido alguien, surgir de la más absoluta nada, y, con tanta facilidad, hacer eso? ¿Está eso bien? No sabes si te está permitido. Pero... has estado tanto tiempo esperando, que te da igual. Y pedacitos de tu preciosa máscara siguen cayendo hasta que cae del todo. Ahí estás tu, desnuda ante el mundo. Y te das cuenta de que no era para tanto. Que solo tenías miedo de lo desconocido. Pero, ves que hay alguien a tu lado, que está igual de asustado que tú, pero que no se echa atrás, porque empuñáis juntos la misma espada.

Y así, bajo la tormenta, sigues adelante...Pero esta vez, con una de esas sonrisas tranquilizadoras en tu rostro.
Porque lo prometiste. A ti misma. Y te debes tanto...

sábado, 25 de agosto de 2012

Useless

Por nuestras vidas pasan montones de personas. Algunas se van, otras se quedan. Por las que se quedan, vale la pena luchar. Porque es por esas personas por las que nos levantamos día a día. Esas personas hacen nuestra vida un poco mejor. Y, solo por ese simple pensamiento, queremos lo mejor para ellas.

Pero, todos tenemos altibajos. No siempre podemos estar al pie del cañón. Y es en ese momento cuando necesitas a ese tipo de gente. Pero a veces, es ese tipo de gente quien necesita ayuda, no tu. Y como que ellos lo han dado todo y más por ti, decides que ya es hora de que tú des algo por ellos. Es lo mínimo, ¿no?

Pero, ¿y si te das cuenta de que no puedes hacer nada? ¿Y si oyes sus gritos ahogados de socorro y no puedes ayudar? Ese tipo de gritos son los peores, porque ni tan siquiera el propio afectado los oye. Solo puede oírlos alguien que le importe la otra persona, alguien que se preocupe. Pero, así mismo, ese tipo de gente, que siempre sonríe y que siempre aparenta estar bien, nunca quiere ayuda, o dice que está bien y no la necesita.

MIENTES.

¿Sabéis que pasa cuando rechazáis la ayuda de alguien que se preocupa por vosotros? Pues que la otra persona se siente inútil. Siente que no vale para nada. Siente que es tan inútil que ni tan siquiera por una vez puede ayudar a esa persona que tanto ha dado por ella, que ha estado a su lado en los momentos tan difíciles. Y es un sentimiento realmente abrumador. Te sientes fatal por no poder ayudar a la otra persona, y sientes que es tu culpa. Que realmente hay algo malo en ti que hace que no seas capaz de ayudar. Y vas cayendo en un pozo más hondo, del que es difícil salir sin ayuda. Pero te das cuenta de que, esa ayuda que necesitas, la necesita también esa persona que siempre ha estado ahí para ti.

Así que, por favor. Pedir ayuda o aceptarla no es malo. No te hace ser más débil o peor persona. Al revés. Te hace crecer. Aprendes de ello. Te hace más fuerte. Te prepara.

Por lo tanto, cuando no dudéis en pedirla o en aceptarla si os la ofrecen. Porque no sabéis lo mal que sienta que te rechacen así...

When you feel so useless, what else can I do?

miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Gracias!

Esto va a dedicado a mucha gente... lo mejor será empezar ya.
A todos aquellos que alguna vez me hicieron daño, física y/o mentalmente, intencionadamente o no.
A todos esos que un día se burlaron de mi por no ser como ellos.
A todas las personas que me señalaban con el dedo y que decían que jamás llegaría a ser nada en la vida.
A la gente que se avergonzó de mi alguna vez, tratando de justificarse.

Ha habido mucha gente, a lo largo de los años, en la que he confiado, ciega e incondicionalmente. He seguido sin dudar y al final, no he recibido lo mismo a cambio. Al final del camino he estado sola, muchas veces. Tantas, que me se el camino de memoria.
Crees que la gente cambiará, y vuelves a confiar en alguien. Pero nunca ves venir las puñaladas si vienen desde atrás. O quizás las ves venir, pero crees que si te las da la persona que anda junto a ti no te dolerá.... tanto.
Craso error.
Luego puedes pensar que quizás es tu culpa. Que puedes haber hecho algo mal, algo realmente malo que ha hecho que la otra persona, sea quien sea, se haya enfadado. Y tratas de remediarlo, a toda costa, dejando tu piel, tu mente y tu alma en el camino. Pero vuelve a no ser cierto.
Vuelves a equivocarte otra vez.
Y hay discusiones, y hay peleas. Puedes aguantarlo todo hasta cierto punto, o crees que puedes. Pero luego aprendes que no debes aguantar todo eso, ni una sola vez si no te apetece. Pero te sigue doliendo, la herida está abierta y demasiado expuesta...

Y al final, ¿qué consigues? Nada. Estar destrozada, rota por dentro, porque alguien te ha hecho daño. Cualquier tipo de desengaño duele, por supuesto. Duele no tener amigos en el colegio. Y las piedras que te tiran los niños malos también. Duele que te aparten por ser distinta. Duele que incluso tu propia familia te rechace. Duele enamorarse a lo largo de los años y no ser correspondida como te gustaría.
Pero, hay que hacerlo. Ley de vida, dicen...

NO. No. No había ni sigue habiendo motivos para tal crueldad. Para vuestro rechazo. Para las miradas frías. Odio esas miradas que hacen que se te hiele la sangre en cuestión de segundos. Esas caras de desaprobación, esos aires de superioridad... No. Puesto que las odio, no pienso tolerarlas más. Puesto que no quiero a ese tipo de gente en mi vida, no voy a aceptarla. Hace tiempo que decidí sacar a todo ese tipo de personas de cualquier ámbito en mi vida.

Después de todo lo que la gente me ha hecho, podéis pensar que, en el fondo, desprecio a esa gente. Que, después de todas las puñaladas, les odio. Que, tras las mentiras, estoy resentida contra los demás.¡Para nada! En realidad, para toda esa gente, tengo otro mensaje.
GRACIAS.
Gracias a vosotros, he crecido como persona. He madurado. Soy como soy.
Gracias por hacerme más lista y más sabia que cualquiera de vosotros.
Gracias por, a base de tantas ostias, hacer mi piel algo más resistente y gruesa.
Gracias a vosotros, aprendo más deprisa que nadie.
Porque, si no fuera por vuestras caras de asco, odio, desaprobación y vergüenza, no sabría reponerme de todos los golpes, tal y como lo hago en la actualidad..

Os diré algo: en realidad, si que soy rencorosa. No olvido ni una sola traición. Soy desconfiada y rencorosa pero, ¿qué esperáis después de todo eso? La vida me ha enseñado a serlo. Pero, eso no tiene que ser necesariamente malo. Eso es lo que me ha hecho ser lo que soy y como soy. Cuando alguien me dice eso como si me lo echara en cara, le digo que me da igual, porque realmente, me da igual.
Así que...
Gracias por hacerme más fuerte y convertirme en lo que soy: en toda una luchadora.

martes, 5 de junio de 2012

Un nuevo amanecer...

Me he decidido. Empiezo un blog. Pondré lo que me apetezca. Mis pensamientos. Mis historias. Mis idas de olla. Esa clase de cosillas, vamos. Total, es mi blog, no? Cada cual se folla a su Blog como y cuando quiera...

Quien quiera que las lea, si le gusta que deje un comentario y si no, pues piérdete, así de simple ^^

Nos leemos!